La semana pasada, Julio Sánchez Cristo
hizo eco de una reflexión que habría dicho Roberto Pombo, director de El
Tiempo, según la cual, más allá de los diálogos que tienen lugar en La Habana
entre el Gobierno y la guerrilla de las FARC, “para lograr la paz, primero hay
que hacerla en Bogotá”.
Tal parece que Pombo se refería –desde
luego y no sobra decirlo- a que muy a pesar de la labor que llevan a cabo los
representantes del Gobierno y de la subversión en la isla, se hace
extremadamente difícil y complejo alcanzar acuerdos cuando no sólo no hay ni el
más mínimo interés de posibles consensos entre el Gobierno Santos y la
oposición (con el ex presidente y senador Álvaro Uribe a la cabeza -del Centro
Democrático-), sino que además se advierten unas cargas de violencia, de odio,
de agresividad en cada trino, discurso o declaración que se difunde, que parece
como si fuera imposible salir de esta espiral de violencia que desde hace más de 50 años
está desangrando al país.
Y uno quisiera que en un momento dado la
clase política dijera de una buena vez ‘vamos a protestar, vamos a discrepar
pero lo que tengamos que decir lo vamos a decir de otra manera. Sin abstenernos
de opinar ni de decir lo que consideramos conveniente, inviable, ilegal, o lo
que sea, pero quitando ese tono hostil que poco le aporta a la discusión de la
paz’, y el debate avance no siempre con concesiones pero sí con respeto y
altura.
Sin embargo, no es suficiente que esto
ocurra si es que cada uno de nosotros, cada ciudadano del común no es capaz de
desarmarse para decir ‘sentémonos a hablar’, y en cambio hace todo lo posible
por atacar al otro, por herirlo y lo que es peor, justificando la hostilidad.
Eso es lo que ocurrió con el trino del
columnista Saúl Hernández Bolívar (SHB), en relación con el fallecimiento del
hijo del senador Antonio Navarro Wolf.
Mientras que la regla fue un surtido de
opiniones y mensajes de solidaridad para con Navarro, la excepción fue Saúl
Hernández con este tuit del 6 de febrero a las 2:00 de la tarde: “Navarro sigue
conmovido por suicidio de su hijo. ¿Y por las víctimas del M-19 también?”.
Muy a pesar de la distancia y tradición
ideológica y política que lo separa de Navarro Wolf, el senador Álvaro Uribe,
padre de dos hijos, tuvo la lealtad de trinar: “Nuestro más sentido mensaje de
solidaridad al senador Antonio Navarro y a sus allegados”.
Mientras que Uribe tuvo la capacidad de ‘ponerse
en los zapatos’ de Navarro, Saúl Hernández asumió la mezquina e indolente
actitud de aprovechar la muerte del hijo de Navarro para ‘cobrarle’ su ex militancia al M-19. Bien lo resumió María Antonia García en su columna del 9 de febrero
en El Tiempo. “Cada cual es dueño de sus actos y debe decidir si tenderle la
mano a un hombre que entierra a su hijo (como la tendió el ex presidente), o
escupir en la tumba e irse (lo más parecido a lo hecho por Saúl Hernández).
Mientras se trata de hacer la paz, lo
desesperanzador es el espíritu del trino del columnista. ¿Será que el señor Hernández quiere
llamar honesta y sensatamente a la reflexión sobre las víctimas de una
guerrilla desaparecida hace años? Lo dudo.
SHB podrá pregonar que su mayor
preocupación en la vida son las víctimas del M-19, cosa que no solo es legítima sino también notable. Pero
lo que hay entre cada uno de los 140 caracteres de su trino es realmente otra
cosa: un ánimo de caerle al caído. De revancha. De violentar al vulnerado. De agredir
al otro al ironizar con su tragedia.
Porque bien vale la pena recordar las palabras de
Navarro en un trino, justo unas horas después de la infortunada noticia de su hijo: “Hicimos la paz para
que los padres no siguieran enterrando a sus hijos y no pude evitar que me
pasara. Estoy aplastado”.
Y justamente por eso es que cobraría
mayor relevancia la reflexión de Pombo citada en W radio por su director.
Porque a medida que avanzan los diálogos en La Habana, en Colombia todavía hay personas
como SHB con expresiones y manifestaciones, al decir de Piedad Bonnet (quien
sabe mejor que nadie lo que está sintiendo Navarro Wolf) sólo cargadas de “mucho
odio y deseo de ensañamiento”.
Tristemente, SHB no alcanza a proyectarse
como padre de familia ni mucho menos cómo sería su vida si perdiera a un hijo.
Y en vez de ser generoso con la tribulación del senador, lo que hace es justificar
su ruin e insensato trino, haciendo más reluciente lo despiadado que puede llegar
a ser el ser humano. Habría que no perder de vista que esa falta de solidaridad, como lo sostiene en su libro 'Empatía cero' el catedrático de
psicopatología en Cambridge Simon Baron-Cohen, también es una forma de
crueldad.
En alguna ocasión, refiere el docente de la prestigiosa universidad británica, que un profesor que impartía clases en
el hospital St. Mary de Londres explicaba a sus alumnos que “los mejores datos
sobre la adaptación del hombre al frío extremo de los que se disponía eran los
recogidos por los científicos nazis”. En efecto, los ‘bien formados’
científicos nazis llevaban a cabo experimentos de inmersión con judíos del
campo de concentración de Dachau, donde los sumergían en grandes tanques de
agua helada para comprobar cómo era el comportamiento de la frecuencia cardíaca
de estas personas, en relación con su permanencia en el agua por varias horas a
temperaturas cercanas a los cero grados centígrados.
Al respecto, lo que dice Baron-Cohen es
que se podría suponer, en gracia de discusión, “que estos doctores no eran
crueles por el mero hecho de serlo (como pretender justificarse SHB cuando dice
que su trino habría pasado inadvertido si tal desgracia le hubiese acaecido a algún
jefe paramilitar), sino que los científicos que llevaron a cabo los
experimentos de inmersión querían contribuir al conocimiento médico para saber,
por ejemplo, cómo ayudar a las víctimas rescatadas tras un naufragio en gélidas
aguas”.
No obstante, y aquí es donde el profesor
de Cambridge llama la atención, es que por muy loable que fuera el fin de sus
labores como científicos, sus medios resultaban inhumanos, al igual que el
trino de SHB por la adversidad atravesada por Navarro Wolf. ¿Será que de haber
sido criticados y calificados de inhumanos e indolentes en la actualidad por
sus prácticas, estos científicos habrían salido a ripostar: ‘¡partida de
mamertos! No ven que estamos haciendo experimentos para saber cómo salvamos a
las personas cuando haya un naufragio en aguas extremadamente frías?’ Lo que
estos científicos perdieron de vista en su búsqueda de conocimiento fue la humanidad hacia dichas
personas, afirma Baron-Cohen.
Aunque Hernández Bolívar puede alegar que
su trino es una auténtica y legítima preocupación por las víctimas del M-19 (diciendo
que el perdón no es olvido), lo que resulta ruin es que se haya valido de la
muerte del hijo de un ex militante que se preocupó por hacer la paz, para
recordarle que –en todo caso- había formado parte justamente de esa guerrilla,
y que por ello es válido cuestionarle que se esté doliendo por el fallecimiento de
su hijo y no por las víctimas que ocasionó el grupo al que pertenecía. Ciertamente, el trino de SHB no es un mensaje pro-víctimas del desaparecido grupo insurgente, sino más bien uno contra el 'senador verde'.
Queda la esperanza, sin embargo, que Saúl
Hernández reflexione y recule. Mi mamá dice frecuentemente "no somos ríos como para no devolvernos". Cabe recordar que él iba a escribir una columna sobre
el tema María del Pilar Hurtado, pero cambió de opinión y terminó haciendo una para justificar la crueldad de su trino. Entonces, claro es que
puede recomponer. Cambiar su argumento y hacer lo que hizo el senador Uribe
Vélez, quien por más que le preocupen las víctimas del M-19 –por ejemplo-., no
tuvo ni tiene el más mínimo problema en tener hidalguía y ‘abrazar’ con honestidad a un ex M
como Navarro Wolf.