Como un artificial escándalo puesto en marcha a
través de verdades a medias, hábil y perversamente manipuladas, por personas
inescrupulosas que están engañando al país con información fragmentaria y
distorsionada, describió el hasta hace unas horas Defensor del Pueblo las
circunstancias que rodearon su dimisión de la Entidad. Pero a lo mejor el ex
Defensor se refería al partido Centro Democrático (CD).
¡Claro! Las palabras de Jorge Armando Otálora, de
quien ya se ha hablado hasta el cansancio por razones elementales, parecen
retratar algo que sucede con el partido del senador Álvaro Uribe.
En efecto, y es que el Centro Democrático, de una
forma prácticamente sintomática, parece apelar a todas esas acciones:
artificios, verdades a medias, información fragmentaria, y uno
entonces se pregunta por qué. ¿Por qué será que el CD actúa así? ¿Por qué a
toda hora anda con marrullerías y se aleja siempre de la claridad, la
transparencia y la sensatez? ¿Por qué le cuesta tanto no dejar el
engaño por delante? Veamos…
La ‘perla’ reciente fue la del caso de la
presentadora, actriz y humorista Alejandra Azcárate.
La señora Azcárate se quejó porque el CD se valió de una
entrevista que ella concedió hace cerca de ocho meses, en una coyuntura
particular y específica, para hacerla pasar como alguien que hace eco de las
tesis que pregona el Centro Democrático, como es bien sabido muy en contra del proceso
de paz que el Gobierno adelanta con las Farc en La Habana, cuando ella no es ni vocera ni
representante de dicha colectividad.
A la pregunta de la periodista -que personifica a
una manicurista, de la misma manera que Jaime Garzón (QEPD) personificaba a un
lustrabotas mientras entrevistaba- hacia dónde cree que va (el proceso de paz),
Alejandra Azcárate se despacha contra la guerrilla. “Uno no puede
estar hablando basado en los derechos humanos con asesinos, que no saben ni
siquiera qué es un derecho humano”, manifestó en aquel entonces la actriz,
cuando varios soldados fueron asesinados en el Cauca por la guerrilla.
Aunque el CD adujo que “el uso del video se hizo de manera desprevenida”, este fue editado. Trascendió que la imagen de
la periodista se suprimió; es decir, sólo salió la señora Azcárate. El video se
musicalizó, y el CD se conformó con la incrustación muy olímpicamente de un banner con la inscripción de que
no al plebiscito por la paz .
Si bien la opinión de la señora Azcárate debe ser respetada como la de cualquiera, el hecho de mostrarla en las condiciones en las
que lo hizo el CD resulta –como diría Otálora- “una información distorsionada”.
Por supuesto. De un lado, el video se presenta
como un hecho reciente, cuando en realidad es de hace más de medio año. El asunto
sería una auténtica nimiedad, si no fuera porque hoy la señora Azcárate opina
todo lo contrario a lo que pensaba cuando la entrevistaron, y porque además más
de dos millones de personas (2.725.676) la siguen en la red social Twitter.
Al margen de que no sea una reconocida
analista –hecho que no es pecado para opinar sobre procesos de paz- nada de
raro tiene que en Colombia la opinión de Azcárate, hoy por hoy, pueda tener más
impacto, influencia y credibilidad que la de, por ejemplo, Natalia Springer
(con 168.927 seguidores en la misma red), criticada pero al mismo tiempo reconocida analista.
Por otro lado, la forma en la que fue presentado el
video tenía como fin hacer pasar a la señora Azcárate, si no como
representante, cuando menos como simpatizante del Centro Democrático, partido
con el que nada tiene que ver como lo aclaró la propia colectividad cuando emitió
el comunicado para disculparse con ella.
Algunos estarán de acuerdo o no con la paz, y eso
es válido. Otros estarán de acuerdo o no con la señora Azcárate, y es
igualmente válido. Pero lo que es una verdadera marrullería es querer hacer
creer a millones de personas que un personaje público (y sin embargo no necesariamente tiene que serlo) piensa una cosa, cuando en
realidad cree todo lo contrario, con el único afán de fregar cualquier
esfuerzo del Gobierno por alcanzar la paz.
Otra de las ‘perlas’ del CD fue la de la fotografía
del sargento Lonie Roberts.
Con ocasión de los homicidios de varios militares colombianos cometidos por las Farc, el senador
Álvaro Uribe trinó el 18 de abril del año pasado: “Gbno reaccione por favor, esto es un sentimiento
generalizado no una creación de redes sociales”, texto que acompañó con la
fotografía de un soldado, que supuestamente está llorando por la masacre de sus
compañeros. Como ocurrió con el video de A. Azcárate, ¿usaron también de manera
desprevenida la fotografía? Por supuesto que no. Una vez más un ardid calculado
del CD. La fotografía tiene una inscripción en la que se acusa al Presidente
Santos de que “prohibió el bombardeo a los señores de las Farc permitiendo que
los masacraran (a los soldados) vilmente". Desde luego, todo un artificio.
La imagen compartida por Uribe no era la de un
soldado colombiano como él lo sugirió en su trino, sino la del sargento
estadounidense Lonie Roberts, quien lloraba a uno de sus compañeros muerto en
Irak en 2003. Una marrullería más realizada, como lo diría Otálora en su mundo,
“por personas inescrupulosas que están engañando al país”.
Y otra de las tristemente célebres ‘perlas’ sobre las insensatas
marrullerías del CD no podía ser otra que la de uno de los tuit de María Fernanda Cabal.
Para cuestionar la tregua ofrecida por las Farc, la
Representante trinó: “No podemos olvidar el daño que nos han hecho. Dolor de
patria!! #NavidadSangrientaFARC”, mensaje que acompañó con la fotografía del
cadáver ensangrentado de una niña, supuestamente asesinada durante un ataque de
las Farc.
Ante una imagen de esta naturaleza, no hay que explicar mucho sino que basta con reseñar
las opiniones entonces de ciudadanos de a pie: “Estoy de acuerdo con denunciar a las Farc, pero
esta imagen es de lo peor del amarillismo. Respete”, “Sus tácticas para ganar
el respaldo de la gente son vergonzosas. Herir la sensibilidad no es forma
legitima de hacer política”, “Con todo respeto Representante, ¿hay necesidad de
ser tan amarillista y publicar este tipo de fotos?”…
Por todo lo anterior, a uno sólo le queda la triste
percepción de que el Centro Democrático solo parece saber de marrullerías. De que pase
lo que pase, para el CD todas las cosas tienen que ser, como lo diría Jorge
Armando Otálora, “perversamente manipuladas”.
Y esa es apenas la punta de las marrullerías, no sólo del CD, sino del monstruoso aparato corrupto que hace de las suyas en todos los estamentos sociales, políticos y burocráticos. Que más que la Policía, donde los propios altos mandos denuncian y se asombran de las cochinadas que hacen al interior de la institución. Ni hablar de la DIAN, que es caso aparte.
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