Ya se sabe, desde hace rato, que
Millonarios no tiene una nómina competitiva. Pero además de eso, la actuación
el sábado pasado contra el Deportivo Independiente Medellín en El Campín deja
muchísimas dudas no solo sobre la claridad que pueda tener Ricardo Lunari en la
concepción y manejo de una defensa de tres, sino también sobre la capacidad que
pueda tener como director técnico.
En efecto, la manera como paró al equipo,
pero sobre todo la falta de reacción ante una inexistente lectura del juego,
parecen ser un indicio más, mirando su labor de estratega en otros equipos, que
lo suyo no es la dirección técnica.
“Creo que a Lunari se le fueron las luces
en el armado inicial del equipo”, me dijo un amigo con el que habitualmente
comentamos los partidos de Millonarios vía chat.
Le respondí que no solo tenía la misma
opinión, pero además que eso no era ningún pecado. Que el verdadero problema
era no haber tenido la capacidad, ante hechos muy notorios, de reaccionar sobre
la marcha en el primer tramo del juego. Mejor dicho, Lunari sacó el carro del
garaje con una llanta bajita. (No se dio cuenta. Esas cosas pasan). A las pocas
cuadras se pinchó, y en vez de reaccionar y poner la de repuesto, siguió
derecho y confiado al montallantas. Allá llegó en cuatro rines.
Por supuesto que si se pone al defensa a
hacer goles y al delantero a recuperar balones en la mitad, va a ser más fácil
perder. Pero ningún director técnico, de cualquier deporte de conjunto y de
cualquier parte del mundo está exento de hacer una planeación y que a los muy pocos
minutos la estrategia le salga mal y se le desbarajuste por cualquier razón. Lunari se la
jugó con dos pelaos por los extremos (a Daniel Torres lo puso en un puesto que
no es el de él) y el asunto no le salió como pretendía. Esas cosas pasan. Le
pasó a Pékerman en Barranquilla contra Chile cuando ensayó con Estefan Medina,
y el primer tiempo cerró 0-3 a favor de los australes. Esas cosas pasan.
Pero lo que es inconcebible, y ahí es
donde a uno le quedan dudas sobre la capacidad como técnico que pueda tener
Lunari, es que no haya advertido que por la derecha; izquierda de Millonarios,
el DIM hacía de todo. Hacía lo que le venía en gana.
El gol que abrió el partido llegó tras un
centro desde ese costado, cuando apenas iban 7 minutos. Pero lo increíble es
que antes del empate de Millonarios, por ese mismo costado, el Medellín generó
otra opción de gol: Hernández estrelló un balón contra el poste, pero Lunari ni
se ‘mosqueó’. Dicho de otra manera, fue un campanazo más de alerta, el más sonoro,
y sin embargo Lunari no fue capaz de recomponer. Inclusive con tiempo de sobra para hacerlo. Por supuesto, muy a pesar del empate, Hernán Torres
siguió explotando el costado derecho de su equipo hasta conseguir el segundo
gol. Y si bien el centro del balón de esa jugada llegó por el costado opuesto,
lo que muestra la película es simplemente que son ‘el Leticiano’ y el muchacho
Torres –jugadores por izquierda- los ‘espectadores’ más cercanos a Ezequiel Cano, cuando el
argentino la está guardando en el arco de Delgado.
Pero mientras que, por ejemplo, Pékerman
-en el ya citado juego contra Chile- se movió y sacó a Medina (ya se sabe que
la historia tuvo un final feliz), Lunari en el entretiempo no actuó en
consecuencia, pese a que no tenía tres sino un solo gol en contra de
diferencia. Lógicamente Hernán Torres siguió apostando por la misma fórmula:
atacar la zona desguarnecida y despejada de Millonarios.
Como consecuencia de eso llegó el tercer
gol del DIM, por ese costado; y el cuarto, tras un centro de Madrugo, desde
luego con origen en el mismo lado. Por si había dudas.
Y para colmo de males, los cambios de
Lunari, además de haberlos hecho a destiempo, no funcionaron. Y digo no
funcionaron como para no volver en tema de discusión el asunto de si fueron
acertados o no. Nunca entendí por qué dejó en la cancha al peruano Andy Polo, y
sacó al muchacho Anderson Plata. Tampoco por qué, con tantos problemas de
creación –porque Mayer necesita socio-, no echó mano más temprano de Omar
Vásquez.
En todo caso, en esencia, el problema fue otro. Ojalá que sólo haya
sido un mal día entre todos los días para Lunari, y no un mal Lunari para todos
los días. Dudo que así sea.
3' de adición: El juveniel Gabriel Díaz parece demostrar buenas bases técnicas cuando va arriba a cabecear.
El chileno Sebastián Pinto no merece ningún comentario. Hay que verlo más minutos.