Se jodió la Selección de Chile. Se empañó
la Copa América.
Y es literalmente así: ¡se jodió! Se
jodió porque el accidente de tránsito que protagonizó el versátil futbolista
del Juventus en su Ferrari en Santiago, Arturo Vidal, va más allá de lo deportivo.
El hasta ahora goleador del torneo que se
realiza en el país Austral, sostienen las autoridades locales, manejaba en
'estado de embriaguez' (1,2 gramos de alcohol por litro de sangre). Independientemente
de lo que pase con el futbolista en lo legal, pues conducir bajo los
efectos del alcohol, aún sin víctimas fatales, es un evento que puede dar
cárcel según las leyes chilenas, el hecho -sin duda- impacta negativamente al
equipo. Lo golpea.
No es ningún secreto lo clave que
es Arturo Vidal para la estructura del equipo de Sampaoli, por lo que su
eventual ausencia por tener que atender asuntos legales es una ventaja para el
contendor. Pero aquí la cuestión es que además de afectar el rendimiento de un
equipo en plena competencia, el caso ocurrido en el kilómetro 25 del Acceso
Sur de Santiago, le pudo costar la vida a cualquiera, incluso a él mismo.
Lo que hasta ahora ha trascendido es que
varios jugadores, a través de Claudio Bravo, arquero y capitán de la selección
chilena, le habían solicitado a Sampaoli que fuera más flexible en relación con
el tema de la concentración, dado que la mayoría de los seleccionados juega
en el exterior, y esta era una muy buena oportunidad para estar y compartir con
sus familias, a lo que el estratega aparentemente cedió. Sin embargo, el infortunado hecho
protagonizado por Vidal causa no solo el incómodo malestar de considerar cuánta
razón tiene un Director Técnico para imponer una disciplina tal para evitar
este tipo de casos (y entre los compañeros pensar que posiblemente ‘quedamos mal
ante el profe’), sino también el malestar por poner a este a pensar, tomar y
explicar decisiones en uno u otro sentido, que nada tienen que ver con lo
deportivo, cuando el ideal es pensar, tomar y explicar decisiones de la táctica del juego.
En efecto, los medios de comunicación
chilenos relataban en la mañana de este miércoles que el volante de 'la Juve’
había vuelto a la sede de su Selección. Y que una vez más, el líder y capitán del
equipo, Claudio Bravo, en nombre de sus demás compañeros, le solicitó a
Sampaoli que se abstuviera de excluir a Arturo Vidal del grupo por lo ocurrido.
Y son justamente estas circunstancias, cuando se ponen en manos del técnico cierto tipo
de decisiones, donde entran en juego la ponderación de unos hábitos convenientes
de competencia deportiva (puntualidad, disciplina, búsqueda de la excelencia, trabajo en equipo, etcétera) y quizás un surtido de valores de sociedad, mezclados con
las leyes para cualquier ciudadano, las que desvían la atención de los objetivos.
En otras palabras, el DT, en este caso Sampaoli, en vez de estar pensando en la
estrategia y el módulo táctico para afrontar el próximo partido, con el rival
que sea, llámese Bolivia u otro, está pensando más bien en cómo ejercer su
autoridad sin desmarcarse de los objetivos, en medio de situaciones como el deber
ser, el deber de respetar la norma; de situaciones como el dilema entre
hacer lo correcto o hacer lo mejor; la sensatez de admitir que, tan humanos
como Vidal, todos, tanto el que lee estas líneas como yo que soy el autor de las mismas, cometemos
errores y, lo que quizás es más importante, los mensajes que se dan a la
sociedad con los temas de patria. Y es que no hay un mayor asunto de Patria,
sobre todo en las sociedades de América Latina, como la selección nacional de
fútbol. No hay que perder de vista que los mensajes derivados de lo patriótico, principalmente los que tienen que ver con las selecciones de
fútbol, son unos intangibles cuyas narrativas resultan extremadamente
poderosas, máxime si son sus héroes las que las relatan. En lo que va de la Copa América, Vidal es, sin duda, el héroe chileno.
Si bien el accidente
automovilístico del jugador no pasó a mayores, su caso y las consecuencias que este acarrea no pueden leerse simplemente como mensajes para los padres de familia de 28
años, casados y con carro propio, sino también para miles de niños chilenos que
ven en Vidal un ejemplo a seguir. Tan común y normal como puede pasar con
esos cientos de chiquillos en Ibagué o Cúcuta que sueñan con ser James, o como
esos miles de ‘pibes’ rosarinos y argentinos en general que fantasean con ser
Messi. Para quien admira a una personalidad en particular, no es lo mismo que esta esté involucrada en un accidente de tránsito por la influencia del alcohol, que si el que lo protagoniza es un desconocido. No es que no le importe ni tampoco que lo desee, pero le otorga un significado distinto, y también a la valoración de las consecuencias. Y muy a pesar de que Vidal se excuse por lo ocurrido, su permanencia en la Selección o su exclusión de la misma impacta emocionalmente al equipo, pues se trata, ni más ni menos, de perder a un gran jugador, o pasar por alto el acoplarse a las normas sociales (que cualquier otro chileno o ciudadano del mundo debe cumplir) con tal de ganar una competencia. Así las cosas, Chile pierde porque lo que sobreviene es una distorsión, pues separar a Arturo Vidal de la Selección no es necesariamente no querer apoyar a un ser humano -ante un error que cualquiera puede cometer-, que bien puede ser considerado el goleador imprescindible. El héroe nacional que por salvador debería ser salvado (eximido de culpa). La cuestión, sin embargo, es que la realidad puede estar llena de otro tipo de héroes, que por anónimos sí deben acarrear las consecuencias de las normas conculcadas.
Es por todo esto que el diáfano ‘cristal’
de la Copa América se empañó un tanto, porque puede poner más a mirar hacia la
Corte del ‘Rey’ Arturo –el juzgado de garantía de San Bernardo, donde se radicó
la causa Arturo Vidal-, que a mirar fútbol puro: 'golpes' inesperados de una
selección boliviana, la –para nosotros ‘irritante’- hegemonía del ‘verdugo’
goleador Rondón sobre la Selección Colombia, el electrizante 3 a 3
entre Chile y México, la ‘hermosa batalla’ –como editorializó un comentarista
argentino- del 1-0 entre Argentina y Uruguay, la vertiginosa noche del último martes. Eso
es fútbol. Solo eso es lo que queremos ver y percibir. Sin folios de expediente
en las sedes de entrenamiento. Fútbol sin notificaciones judiciales en los camerinos con su habitual tufo de sudor y alcanfor.
3' de adición: Brasil es bravo. Brasil es Brasil. Pero sospecho que la Selección Colombia ya bailó con la más fea.
3' de adición: Brasil es bravo. Brasil es Brasil. Pero sospecho que la Selección Colombia ya bailó con la más fea.
Celebro el regreso de Gancho al mentón desde el tinglado de la crítica ácida y certera de su autor. Pienso que el error del 'Rey Aruturo' es justamente el exceso de todos los excesos de los que se ve rodeado un crack de su talla, empezando por el exagerado dinero en rama que gana. Un cerebro sudamericano de 'tábula rasa' termina explotando ante los despropósitos de una riqueza inconcebible, como los tesoros que le prometió el maligno a Jesús si se postraba para besar sus pies. Le sucedió a Faustino Asprilla, y a muchos más. La plata termina por enloquecer a los pobres de espíritu. De ahí que los sabios y los anacoretas sólo aprenden a contar hasta mil.
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