Resulta acertada la decisión de la Junta Directiva de
Millonarios de revertir la posible contratación del futbolista español Braulio
Nóbrega, como consecuencia de sus antecedentes penales.
Pero más acertada le pareció al equipo Patriotas, de Boyacá,
que terminó contratándolo.
La gente de Patriotas dirá –como muchos- que este ciudadano
español ya fue condenado, que ya se puso al día con la justicia de su país, que
sus líos judiciales son cosa del pasado y hasta que, seguramente con razón,
todo mundo tiene derecho al trabajo. Y entonces, ¿de qué le sirve a un
futbolista encartado con la justicia (o a cualquiera) arreglar sus líos ante la
ley si no va a poder jugar (trabajar) por culpa de su pasado?
Pero para las directivas de Millonarios era mejor no bregar
con Nóbrega.
Tras la experiencia del país por el caso de Hernán Darío
Gómez, quien sumergido en el licor le pegó a una mujer, hecho que le costó su
puesto de técnico en la Selección Colombia de Fútbol, las directivas de
Millonarios le apuntaron a la prudencia: darse ‘la pela’ de no contratar a
quien puede ser un buen empleado, en vez de arriesgarse y tener que salir a dar
explicaciones en un futuro de por qué, con conocimiento, contrataron a una mala
persona.
Ya se sabe la indignación que produjo en el país, y
especialmente en las mujeres, el comportamiento del ‘Bolilllo’. Y si esa
sanción social marcó también la salida de Hernán Darío Gómez, ¿cómo pretender
que una sociedad pase por alto, especialmente las mujeres colombianas y
específicamente las hinchas de Millonarios, un comportamiento como el del
futbolista español? Complicado. Y sin contar cómo va a ser visto por sus
compañeros de Patriotas que tienen madre, esposa e hijas. ¿Se tragarán algunos sapos los dirigidos por Harold Rivera?
Una agresión física o una agresión sexual es, en todo caso,
una agresión. Aunque no puede ser disculpa, no es lo mismo actuar en sano
juicio que hacerlo bajo los efectos del licor como le ocurrió a Gómez. Lo
otro es que a la luz de las informaciones Braulio Nóbrega parece, cuando
menos, un ciudadano problema que arregla los líos con dinero. El futbolista
pagó una multa de 12.600 euros para quedar a paz y salvo con la ley.
“Braulio acepta ser condenado por abusos sexuales”, tituló tras la condena el diario español
Marca, hace dos años, reproduciendo un cable de la agencia EFE. “Ya son nueve las denuncias contra Braulio por abusos”, reprodujo por su parte el deportivo
AS en octubre de 2011, un mes después de que el jugador fuera capturado en
pleno entrenamiento.
La prensa que siguió el expediente del futbolista español describió
hechos como el de masturbarse dentro de un carro y ‘pedirle’ a una mujer que lo
observara, o ufanarse ante otra mujer por haberle “tocado una teta”, entre
otros.
Mientras que el caso del ‘Bolillo’ podría interpretarse
eventualmente como una deplorable, grave y reprochable actitud marcada en parte
por unos tragos de más, pues hasta ahora no hay certeza de que le haya
propinado nueve golpizas a la mujer del caso por el que cayó en desgracia o a
otras más, actuaciones como las de Braulio Nóbrega, por lo reiterativas, más
bien parecen comportamientos patológicos. Sintomáticos. De un patán de bajísima
estofa.
Lo cierto es que tanto en un caso como en el otro, comportamientos
así no atañen exclusivamente a los clubes y terminan impactando más allá de sus
fronteras corporativas. Basta con leer varios de los comentarios de los
foristas españoles tras la condena a Nóbrega:
“No deberían de mencionar ningún club de futbol en donde este tío ha jugado por respeto a los clubs y sus aficiones”.
“Que se hubiera dedicado a jugar y salvar a su equipo y no a lo que hace de un hombre un ‘Kbronazo’”.
“Pues suena fuerte para Hércules y Sporting de Gijón. Yo por mi parte espero que no venga aquí pero Mandia ya ha hablado con él y todo”.
“Pena de tío por no decir otra cosa. Yo para mi vestuario no lo querría ni regalado”.
“Por favor, que horror, el pobre Braulio se va a arruinar económicamente. Qué asco de justicia en España, violadores sexuales sueltos, la panda de banqueros ladrones y estafadores cobrando sus millonarias pensiones”.
“Me parece que le hicieron una buena encerrona entre abogados y policía, y que al final ha tenido que pagar de su bolsillo para poder pasar página rápidamente.... Si paga su pena es libre, ya cumplió con la justicia y puede jugar y ya está...tan simple como eso. Mucha suerte Braulio”.
Habrá que ver cómo le va a
Patriotas manejando a este delantero travieso.
La sociedad Azul
y Blanco le apuesta a evitar los impactos negativos contra su
reputación y finanzas una contratación así (nadie puede asegurar que muchas aficionadas
no van a dejar de ir ni de pagar boleta por este asunto), más allá de lo
futbolístico.
Las directivas de Millonarios consideraron
que era pertinente cortar por lo sano: mejor no contratar a un goleador, que
tener que salir a explicar -a la vuelta de la esquina- por qué el club más
importante de Colombia contrató a un depravado conocido, capturado en TransMilenio
por una de las agentes del escuadrón anti pervertidos de la policía de Bogotá,
por andar manoseando a una jovencita en un articulado.
Y eso sin contar los dolores de
cabeza que el jugador le habría causado a la Policía. Vaya uno a saber si el
delantero iba a salir corriendo por la estación, le tocaba a un uniformado
hacerle ‘la zancadilla’ con la pistola de descarga eléctrica Taser, y el
futbolista se hubiera infartado.
Ojalá que la ciudad de Tunja, la
mujer boyacense y Colombia en general representen un nuevo aire para Nóbrega,
si es que algo queda de su turbio pasado. Mejor lamentar la no llegada de un
goleador, que lamentar las goleadas que día a día propinan unos cuantos contra
la dignidad de las que nos traen al mundo.
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